Pureza.
(Basta. Andate. Andá al hotel, date un baño, leé Nuestra Señora de París o Las Lobas de Machecoul, sacate la borrachera. Extrapolación, nada menos.)
Pureza. Horrible palabra. Puré, y después za. Date un poco cuenta. El jugo que le hubiera sacado Brisset. ¿Por qué estás llorando? ¿Quién llora, che?
Rayuela, capítulo 18. Julio Cortázar

miércoles, 23 de mayo de 2012

lunes, 21 de mayo de 2012

APOCALIPSIS



Quiero piel
es mi grito enfebrecido
de amazona
Cabalgarte en diáspora
de manos
y peces
Hay un mar que ruge
entre las piernas de una mujer
y un hombre
temeroso de esa violencia
la exorciza
inmolándola
en la pira del  cuerpo
Pero el corazón
es un pájaro
inmune a las jaulas
Si le quemas las alas
ramas brotarán
que alzándose hasta los cielos
exprimirán las nubes
y lloverán amores
encharcando las calles
En sus aguas boquearán besos frescos
pezones florecidos,
y sexos en sed de otros sexos
Llegará el apocalipsis
entre meandros
y remolinos
de carne

miércoles, 16 de mayo de 2012

ZONA CERO


¿Cómo es posible que todo se conserve intacto? Es más, el corazón no ha cesado de extender las alas hacia los confines de mi ser. Y ese es un lugar al que todavía no he llegado. Si alguna vez miras al cielo, y ves una sombra sobre tu cabeza, es sencillamente el pájaro de mi amor cerniéndose sobre ti. Pero, no temas, no es este pájaro de mal agüero. Es un pájaro en el que ovillarte, porque se sueña cobijo. Un pájaro en cuyo canto se enhebra el latir de la vida. Un pájaro que con dedos amorosos ahuecará en tu boca una sonrisa.
Y hoy me importan bien poco los muros o las diferencias. Que no me entiendas porque el amor es irresoluble, porque no es ecuación ni fórmula. Porque precisamente su lugar es lo inexplicable. Porque todo lo vivido, los miedos, los egoísmos, los malos entendidos, las borrascas, en nada han incidido, y me doy cuenta de que el amor prevalece, y, como digo, el sentimiento permanece intacto. Y eso que me resulta casi milagroso, en cierto modo, lo legitima a mis ojos. El amor, ese movimiento hacia la vida. Ese amor que adquiere su dimensión última en el amante. El amor es. Y yo soy la amante. Y tú eres ese cataclismo en mi vida, el que me hace escribir la rimbombante frase, “zona cero”, justo en la puerta de aquel sueño por la que entraste.